viernes, 16 de marzo de 2007

Mafias periodísticas en acción

Muy natural es que profesionales de un mismo segmento generacional, de una misma promoción, de una misma época, se unifiquen en su ejercicio cotidiano, se asocien de una u otra forma o interactúen para fortalecer conocimientos, contarse anécdotas, traspasarse experiencias …y hasta para hacer negocios juntos.
Es lo que los sociólogos y/o sicólogos describen como convivencias ocupacionales positivas, según me ha explicado un buen amigo que subsiste gracias al escrutinio rentado del comportamiento humano, que él me asegura tiene pocos oficiantes y más pacientes de los que se pueda cualquiera imaginar.
De ahí que hayan surgido los más insospechados grupos cohesionantes de profesionales, más con pretensiones de ser escenarios de la interacción social de individuos y familias, que de gremios, sindicatos o entes para denuncias y luchas reivindicativas.
Un poco más allá pero interrelacionadas con ese marco, con aristas aparentes de integrar cadenas auxiliares para la difusión informativa y/o propagandística de figuras públicas apuradas en ocupar espacios en los medios están surgiendo mafias periodísticas degradantes.
Se trata, de núcleos maleados por lo anti-ético, reclamantes de afectos y cariños, exigentes y amantes del efectivo, que como perdona-vidas al estilo de los adláteres de Al Capone, ofrecen “protección” (leáse en este caso difusión) a cambio de peajes y sobornos de diversas especies y naturaleza.
La mecánica de estas mafias es simple pero desafiante. Al que aporta se le difunde lo suyo, aunque sea puro declaracionismo de este tiempo, vacío de conceptos y propuestas, y al que se resiste a caer en la red, sus razonamientos –por conceptuales y atinados que sean- van a parar a la morgue, una especie de zafacón para el sueño eterno.
Se han fortalecido tanto estas “familias”, que me cuentan algunas figuras públicas que se saben víctimas pero entienden que deben cohabitar con ellas, que cuando hay atrasos en el saldo de sus exigencias, su accionar es el ataque “porque aquí no hay quien no tenga de dónde le saquen”.
“En este mundo de hoy nadie es más papita que el Papa”, es una de sus más socorridas expresiones, generalmente motivadoras de “ofertas” de servicios alternos de difusión o censura de noticias. “Nosotros somos los que hacemos y sabemos lo que es noticia”, alegan al motivar todo un abanico de “opciones” ...con diversas tarifas.
Parecerá anticuado, pero reconociendo que es legítimo que todo el que abraza un oficio busque el ascenso profesional, social y económico, en el periodismo –como en cualquier otra área del saber- eso debería hacerse con buenas artes, con vocación de servicio, y por supuesto, con elegancia, decencia y prudencia.
Creo que estas reflexiones las avala nuestra ruta personal para tres docenas de años de ejercicio periodístico, pasando por casi 20 instituciones del Estado en funciones ejecutivas vinculadas a la comunicación y relaciones públicas, atravesando el abismo del reporterismo de infantería a la edición y dirección en medios escritos y radiales.

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