miércoles, 6 de junio de 2007

"Declaracionismo" de campaña

No hay nada más gustoso de ofrecer declaraciones que un político en campaña. Basta con que observe un micrófono cerca para, obsequioso, buscar ser presa del reportero que tras cualquier interrogante procura lo que en nuestro argot se considera “un palo”.
Algunos políticos que tienen aspiraciones, sin embargo, cuentan con notorias limitaciones intelectuales para ser exponentes del declaracionismo de estos tiempos de campaña, lo que les obliga a auxiliarse de consultores que ponen a rodar su imaginación para que su contratante esté bien posicionado en los medios.
A veces, y eso no lo entienden mucho, el declaracionismo no es buena cosa porque no debe olvidarse aquello de que “el que mucho habla mucho yerra”, y es la causa por la que vemos a políticos “opinando” de temas que no manejan y –simplemente- hacen el ridículo con frecuencia.
Ese mismo declive a buscar posicionamiento hablando de todo un poco es quizás (y sin quizás) la causa básica de que el debate de las ideas políticas haya declinado tanto que lo dominante sea la superficialidad y el trato de temas banales.
¡Y vaya usted a ver!. Nada más inocuo y carente de la facultad de convencimiento que se necesita para hacer campaña que un político hablando de muchas cosas sobre las que solamente conoce superficialidades.
Nunca he olvidado que, hará ya unos cuantos años, uno de mis primeros clientes en las tareas de consultoría política dejó a un lado mis servicios porque parece que le era muy difícil, talvez imposible, asimilar lo que yo insistía que hiciera y que imponía elementalmente la estrategia: Que guardara bajo perfil ante provocaciones de sus rivales.
¡Nooo!. Ese “líder” no soportaba que desde la acera de enfrente le dijeron “esto” y él no pudiera responder “aquello”. Prefirió seguir su ruta sin asesoría para abrazar el declaracionismo de campaña. Han pasado varias elecciones y mi antiguo cliente no ha alcanzado siquiera una candidatura a suplente de regidor.

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