martes, 3 de julio de 2007

Ganar las elecciones

Cierto es que los grupos focales (focus groups), las encuestas y los estudios de mercado, entre otros sistemas de medición política, son herramientas eficaces y apropiadas para montar la zapata de investigación sobre la que debe sustentarse una campaña electoral. Pero eso no lo es todo.
Un proyecto político se estructura sobre la base de triunfar en elecciones, no de estar puntero en cualesquiera de las mediciones que ya hemos señalado y caer derrotado el día de la confrontación en las urnas.
Por eso es, que algunos tratadistas del marketing político postulan que hay campaña de aire y campaña de tierra. La de aire es la que se basa, fundamentalmente en la publicidad, en el agüaje diríamos aquí, y la de tierra es la que busca los votos hasta debajo de las sábanas, con el contacto directo y el trabajo proselitista sobre el terreno.
La realidad política contemporánea, principalmente en naciones como la nuestra, nos revela que es decreciente el nivel de confianza de la ciudadanía respecto a los partidos políticos, a los medios de comunicación y a la actitud de muchos líderes que buscan gobernar.
De ahí, que muchos patrones de acción en la vida pública de estos se estén comenzado a modificar y estemos contemplando la modernización de los partidos, el cambio de sus estructuras, el uso de herramientas comunicaciones y del marketing político y la capacitación, principalmente en imagen, comunicación y relaciones públicas.
Un político, un proyecto, una causa, bien pudiera estar delante en todas las mediciones, de todo tipo, que se realizan en el período pre-electoral, y desplomarse estrepitosamente a causa de una estrategia inadecuada en la recta final. Es lo que deberían entender los que, triunfalistas, se disputan los ministerios, direcciones generales y otras posiciones gubernamentales antes del día de los sufragios.
El asunto no es de ganar encuestas, no es de tener preferencia mediática. Hay que buscar la percepción del ganador –eso sí- pero, más que eso, hay que trabajar con los votantes, hay que convencer a los electores, ganarse a la gente, sintonizar con sus problemas y necesidades.
Varios consultores políticos triunfadores sostienen que una buena campaña es la que cuenta con los componentes básicos de organización, descentralización y contacto directo.
Organización para buscar eficiencia y eficacia máximas en el trabajo político. Descentralización para multiplicar los resultados positivos del trabajo de base y el contacto directo para que los electores se identifiquen y sintonicen con el candidato o partido.

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